domingo, 9 de marzo de 2008

Mal, perdimos otra vez

El sábado por la noche, Tigre en el Monumental de Victoria venció 2-0 a Olimpo, que no puede ganar de visitante.

Fue interesante la propuesta de Saporiti, inédita para un equipo que necesita de resultados y no se puede dar el lujo de relajar su juego. Es que fiel a su estilo, el Sapo propuso pelota al piso, movimientos pausados, buscando el momento para golpear... Aunque de vez en cuando le vendría bien apretar el acelerador. O que todos los jugadores estén en la misma sintonía. Porque en los 25 minutos iniciales copó el medio, movió la pelota, Morales se hizo conductor, pero la voluntad de Olivi para ganarle las espaldas a Paparatto no encontró la misma respuesta en Ulloa, el otro punta. Y Barrado acompañó poco en la creación. Así, Olimpo sigue en zona de riesgo y el Clausura se consume. Decí que los que pelean por no descender tampoco ganan: los sanjuaninos, Central, Colón, Racing, Newell's, ninguno sumó de a tres. Salvo algún arresto individual de Ereros, y el despliegue de Galmarini, Tigre fue un gatito hasta el zapatazo de Giménez: el volante del gol con la mano a River sacó un zurdazo desde 30 metros que no encontró una respuesta firme en José Ramírez. Desde ahí, los de Bahía se derrumbaron, Morel trocó roles con Matute, el otro 10, y empezó a meter pelotas profundas. Ereros tuvo dos ocasiones más: una pegó en el palo y en otra se reivindicó el arquero visitante. En el segundo tiempo, la necesidad era de Olimpo. Entonces Tigre se paró de contra. Se hizo sólido desde la defensa (muy bien Leyes) y esperó una chance para golpear. Y, como en la primera fecha ante Gimnasia, le encontró en la zurda de Guillermo Suárez: recibió un rechazo de Castaño en mitad de cancha, corrió hasta el área y puso el 2-0. El visitante terminó acumulando delanteros (Ulloa, Solari, Leandro González y Lujambio) aunque careció de profundidad. Sólo inquietó con la pelota parada. Y su llegada más clara en la parte final fue un remate desviado de Barrado desde afuera del área... Olimpo acabó siendo una presa fácil para un felino que volvió a rugir.

Fuente: Olé

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